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Mi primer dorsal maratoniano |
ulminar un proyecto personal o
alcanzar uno de tus sueños es siempre motivo de orgullo e íntima
felicidad. En
mi caso -tras pensar en ello durante años y completar una dura preparación de
cuatro meses- conquistar la
Maratón en tu antigua ciudad natal, con un recorrido plagado
de recuerdos de infancia/adolescencia y con el apoyo de la gente que te
aprecia, es sin duda un desafío ciclópeo e impredecible que bien se puede
desglosar en varios fascículos, en varios episodios que sintetizan mi
inolvidable experiencia:
Capítulo I
VELANDO ARMAS
rribamos a Málaga en un Airbus
A320 procedente de Gran Canaria, el viernes 5 de diciembre a mediodía. Cielo
totalmente despejado y temperatura otoñal entre 8 y 16 ºC. Durante el día me
mantengo firme en las comidas: vaso de agua y fruta, mientras los demás toman
vino y postres de la tierra. El sábado 6 me acerco a la Feria del Corredor en el
incomparable marco del Pabellón Martín Carpena, para recoger mi dorsal de la Maratón junto a un
gym-sack con muchas chucherías.
Por la noche y en la mejor
compañía posible, una ensalada y macarrones a la boloñesa en la
Spaghetteria Circus, un
restaurante que reservé con bastantes días de antelación y al que voy desde
hace casi 20 años (siempre tiene una cola de espera en la puerta). Poco después
a la cama, arropado por un grueso manto de nervios y dudas ante lo que me
esperaba al día siguiente… Había llegado la hora de la verdad.
Capítulo II
EL PRELUDIO DE LA BATALLA
adrugón y desayuno a las 05:30 a.m.,
pues la salida se produciría tres horas más tarde. El frío húmedo te cala los
huesos, y gracias a la inestimable labor logística de Virginia, no paso por el
guardarropa y puedo estar calentito hasta 20 minutos antes del inicio. Hay
muchos servicios químicos y no tengo problemas para visitarlos un par de veces.
El Paseo del Parque está delimitado por vallas y el aspecto que ofrece es
fantástico. Comienzan a aparecer runners por todas partes y la música ya suena
a todo volumen. Tras un suave calentamiento con progresivos, entro en el primer
cajón de salida e intento concentrarme en mis pensamientos. La estrategia es
salir a 4:10 y mantener el ritmo hasta el final. Qué sencillo parece cuando se
piensa o se plasma en palabras de tinta o píxeles. Unos minutos de retraso y
cuenta atrás: 5… 4… 3… 2… 1… ¡Y comienza mi sueño de correr una Maratón!
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El Paseo del Parque y el Paseo de los Curas (Fotos de El loco que corre y Diario de Málaga) |
Capítulo III
EN COMPAÑÍA DE FILÍPIDES
Km.
0-5 Comienzo a correr muy
suave, prácticamente deslizándome sobre el asfalto. El volumen de corredores me
impide avanzar más veloz, pero el kilómetro 1 lo paso a 4:08. Avanzamos muy
apiñados por el paseo de la
Farola y cogemos la avenida marítima en dirección a
Pedregalejo.
Km.
5-10 Tras el giro de 180º al
final de El Palo, todavía avanzamos muy juntos. La liebre de tres horas ha
comenzado muy fuerte, a 4:07 o menos, y diviso el banderín a más de 100 metros
por delante. Me encuentro al incombustible
y
omnipresente
Shinichi Sasaki, que tras felicitarle por su carrera en la
50ªBehobia-San Sebastián, me realiza una fotografía con su inseparable cámara:
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¡Muchas gracias Shinichi! |
Km.
10-15 Tomo el primer gel en
el Km. 12. En el 15 recibo un buen chute de ánimos cuando me cruzo con
Virginia, que me grita su habitual: “¡Vamos Lobillo!”.
El grupo se estira como un chicle
y el viento pega con insistencia desde el Kilómetro 9. Seguimos manteniendo
buen ritmo y decido no apretar.
Km.
15-20 El banderín que porta
la liebre de las tres horas se aleja paulatinamente. Varios corredores
comprobamos el ritmo y estamos de acuerdo en que va demasiado rápido y quienes
lo sigan lo van a pagar tarde o temprano si buscan ese crono. El viento sigue
pegando de cara y se forman y deshacen pequeños grupo. Jonathan, corredor
salmantino del equipo Run&Go -que afrontaba su 11ª Maratón-, y yo formamos
támden y avanzamos sincronizados como un reloj. El ritmo se resiente por la
resistencia del aire y la soledad de público y corredores, pero mantenemos la
cabeza fría y no forzamos la máquina.
Km.
20-25 Cruzo la media maratón
en un tiempo de 1:29:23 (la previsión era hacerlo en 1:27:00, pero decidí no
luchar contra el viento de cara para afrontar la segunda parte de la carrera
con garantías). Creo que éste debería haber sido el paso del pacemaker de las tres horas, pero ya ni
siquiera vemos el banderín. No lo entiendo. De todas formas me siento fuerte,
contrariado por el aire que me impide un avance fluido, pero contento con la
compañía del maratoniano salmantino que de vez en cuando me da algún consejo.
Esta parte del circuito es la más desértica de toda la Maratón. En el Km. 24 me tomo
el segundo gel energético.
Km.
25-30 Tras dejar atrás la
desangelada zona del Pabellón Martín Carpena, afrontamos varios kilómetros
favorables con edificios que hacen de parapeto contra la ventolera. Volvemos a
coger velocidad de crucero y al llegar al kilómetro 30, compruebo que aún tengo
ganas de seguir corriendo… ¡Ya sólo quedan 12! Mi compañero de cabalgada parece
que no va bien del estómago.
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Desde la media maratón, Jonathan y yo no dejamos de sobrepasar a otros corredores. Como se ve en la imagen, en la segunda parte del circuito hay algunos repechos que castigan las piernas y configuran un circuito más duro de lo que esperaba (Foto de El loco que corre) |
Km.
30-35 De nuevo desnudos
contra el embate del viento. Sigo bien de piernas y respiración, esperando
llegar al Polideportivo de Ciudad Jardín para recibir los ánimos de mis padres.
Jonathan parece haberse recuperado y seguimos avanzando juntos. De improviso
comienza a dolerme el ligamento lateral de la rodilla izquierda, pero no le doy
importancia. En el kilómetro 32 me tomo el último gel.
Sé que se me está
escapando el sub3horas y decido poner toda la carne en el asador en cuanto me
cruce con mis progenitores. Y ese momento llega en el Km. 34. Y no me lo podía
creer. Una especie de
batucada a
cargo de la organización, comenzó a corear mi nombre mientras me acercaba. Casi
me da un ataque de risa y emoción al ver a mi madre y mi sobrina tocando sendos
tambores y a mi padre golpeando dos botellas de plástico vacías. ¡Se habían
conchabado con el grupo de animación para apoyarme en plan
bullanguero! Incluso
me saludaron amigos del barrio que hace más de diez años no veía. Con el
subidón de adrenalina aumenté el ritmo con facilidad, con intención de sufrir y
exprimirme hasta la meta. Jonathan se queda atrás y marcho en solitario.
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Mis padres y mi sobrina... ¡Qué grandes! |
Y entonces llega la tragedia. El
dolor de la rodilla aumenta de forma terrible. El ligamento parece que se va a
partir como la cuerda de un arco. No puedo doblar correctamente la pierna y
pierdo velocidad de forma alarmante.
Km. 35-40 Jonathan vuelve a enlazar conmigo y me anima a
seguirlo. Aprieto los dientes y me engancho a su estela. Cada zancada es un
auténtico latigazo en mi pierna izquierda. Se me saltan las lágrimas por el
dolor y empiezo a pensar que no terminaré la carrera. Aún así seguimos
adelantando a otros participantes. En un túnel subterráneo cogemos a la tercera
clasificada y en ese momento los estallidos punzantes que flagelan mi rodilla
desaparecen sin previo aviso. ¡Parece cosa de magia! Estamos en el kilómetro
39, y, sin el lastre de la extraña lesión, meto el turbo de energía que me
resta y me pongo por debajo de 4:10. Todavía creo que tengo margen para el
sub3horas.
Km. 40-42,195 Mi compañero de aventuras se queda atrás. Le
animo a que coja el rebujo, pero me concentro en apretar las nalgas y aumentar
la cadencia de zancada. Voy dejando atrás a muchos que parecen deslizarse a
cámara lenta, sin apenas gasolina en el depósito. Subo por la calle Dos Aceras
y alcanzo la plaza de la Merced
para encontrarme con más público. La preciosa calle Alcazabilla está repleta de
gente que anima con aplausos y disfruto por el rabillo del ojo del teatro
romano y la Alcazaba
árabe.
Sigo intentando ir más rápido,
las tres horas están muy cerca de cumplirse… Pero la meta también está a la
vuelta de la esquina. Emboco la calle Larios y casi se me corta la respiración.
La principal vía de la ciudad está flanqueada por una multitud que jalea a los
corredores. Espectacular.
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A mitad de la calle Larios, muy cerca del Paseo del Parque (Foto de El loco que corre) |
Al llegar al Paseo del Parque
sufro una pequeña decepción al comprobar que se cumplen las 3:00:00 y aún queda
la recta de meta, unos 350 metros. No dejo de luchar, pero me relajo un tanto
para disfrutar mi entrada. Oigo a Virginia entre el numeroso público y le
dedico un saludo levantando mi puño en señal de victoria. Hago el avioncito con
una sonrisa en los labios y entro en meta más feliz que una perdiz, parando el
crono en 3:01:08.
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Alzando los brazos justo antes de alcanzar la gloria (Frame de Corriendovoy.com) |
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(Frame de Corriendovoy.com) |
Capítulo IV
¡YA SOY MARATONIANO!
Una voluntaria se acerca mientras
recupero la respiración y me pregunta si estoy bien. Le respondo que sí, que si
quiere hasta podemos bailar un rock&roll. Sin duda soy la viva imagen de la
alegría. Me cuelgan la medalla de recuerdo y me entregan la camiseta finisher y
un poncho para frío. De inmediato me reúno con Virgi para fundirnos en un
abrazo. Me asegura que estoy físicamente muy entero. Pues sí, si no llega a ser
por la rodilla tal vez hubiera mejorado el crono, nunca lo sabré. Lo cierto es
que he hecho realidad otro sueño, ya van unos cuantos… Y los que quedan.
Encuentro a Jonathan y también le
pego un abrazo, está muy contento, ha terminado fuerte y paró el crono en
3:01:46. No he podido tener mejor compañero de aventura en mi debut
maratoniano. ¡Espero que volvamos a coincidir!
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Jonathan Martín, del equipo Run&Go by Rafa Iglesias. Maratoniano. |
Capítulo V
LA POLÉMICA
Mi opinión personal, la cual no
intento imponer a nadie, es que una Maratón grande no se mide por el número de
participantes, sino por el trato a los corredores, del primero al último. El
daño está hecho con las descalificaciones, no debería haber pasado, pero
conozco de primera mano otras Maratones que comenten errores igual de graves o
peores y no dejan de mirarse el ombligo y enrocarse en la prepotente posición
de no admitir críticas constructivas ni mejorar las necesidades del puesto 11º
al 3000º.
La Maratón Cabberty
Málaga ha realizado autocrítica, ha intentado mitigar en lo posible lo sucedido
y va a poner las medidas para que no vuelva a suceder semejante despropósito.
Mi experiencia personal ha sido fantástica en todos los aspectos. Volveré a
repetir.
Capítulo VI
PRÓXIMAMENTE…
Mi debut maratoniano me ha
insuflado energías e ilusión para seguir creciendo como atleta popular. En los
42,195 Km. sólo he sufrido por culpa del ligamento de mi rodilla izquierda. La
preparación elaborada por mi mister José Castilla me ha permitido no conocer el
muro y terminar muscularmente perfecto. Podría haber seguido corriendo tras
llegar a meta.
La gran noticia es que he
conseguido la marca mínima para poder participar en la Maratón de Boston 2016.
Pero antes, si todo marcha bien, me gustaría luchar por bajar de las tres horas
en la Maratón
de Chicago 2015. Por ahora mi pensamiento es de correr una Maratón por año;
creo que aún puedo mejorar en el 10.000 y en la media maratón, que será a lo
que me dedique lo que resta de temporada.
Me siento raro por no entrenar estos días, pero sé que debo dejar que mi
organismo se regenere para volver más fuerte. He disfrutado mucho escribiendo
esta interminable crónica, de modo que si has llegado hasta aquí espero haberte
podido transmitir algo de actitud positiva para que también hagas realidad tus
sueños. Un fuerte abrazo.