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El antiguo Estadio Insular, el nuevo centro neurálgico de la carrera. Foto de TotalHotelExperience |
No es sencillo escribir sobre
algo que te inspire sentimientos contradictorios, más aún cuando tú mismo
formas parte de ellos. La LPA Night
Run es una de mis carreras favoritas porque es algo más que una carrera, tanto
por su organización, el ambiente festivo y el recorrido nocturno por las calles de Las Palmas de Gran Canaria. Pero hay que reconocer que en su tercera edición ha dado un paso
atrás. Y en ese paso atrás incluyo mi mala actuación como liebre de 1:30 horas
en media maratón.
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Comienza la galopada. Foto de TotalHotelExperience |
Aarón Sánchez y yo fuimos al
cajón de salida con el tiempo justo, pensando que al formar parte de la
organización como liebres oficiales no tendríamos problemas para acceder. Pero
nada más lejos de la realidad. Yo entré a mitad de la marabunta y Aarón saltó
la valla de seguridad. Tuve que avanzar con cuidado entre miradas asesinas,
hasta ponerme a la altura de mi compañero, lo cual me estresó bastante y tuvo
como consecuencia que mi reloj Garmin no consiguiera señal al darse la salida
de la prueba.
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El paseo de las Canteras. Foto de TotalHotelExperience |
Los primeros kilómetros fueron un
auténtico agobio para mí. Salimos juntos los participantes del 10K y del 21K,
no estoy acostumbrado a correr con tanta masificación, aunque la tensión me la
provocaba aquellos runners inexpertos que se cruzaban sin previo aviso en plena
recta y los que te cerraban el paso en las curvas.
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El camino un poco más despejado. Foto de César de Francisco |
Por fin, en el Km. 9
aproximadamente, la carrera se bifurcó: los participantes del 10.000 enfilaron
el camino a meta y los de media maratón continuamos en solitario. A partir de
aquí comencé a disfrutar de verdad la carrera.
Ambas liebres marcábamos un ritmo
vivo y controlado. Teníamos memorizados los tiempos de paso cada cinco
kilómetros, pero en toda la carrera fui incapaz de ver la señalización de los
puntos kilométricos (me aseguran que algunos estaban colgados en las farolas).
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Calle León y Castillo |
En el kilómetro 13 Aarón me pasa
la mochila con la bandera de 1:30 y nos dirigimos hacia el barrio de Vegueta,
donde se encuentra la zona más dura del recorrido: varias cuestas, giros y
zonas de empedrado pondrán a prueba la resistencia de nuestras piernas.
Tras sobrepasar con solvencia la
ratonera de Vegueta, nuestro grupo comienza a perder unidades. Alcanzamos la
calle Triana y la calle León y Castillo, todo recto y con buen asfalto para
volar en los últimos kilómetros. Mi reloj Garmin cogió señal un cuarto de hora
después de la salida, pero me daba los parciales de cada kilómetro: 4:09 - 4:12
- 4:10. Le comento a Aarón que vamos más rápido de lo debido, pero su Garmin
asegura que el ritmo medio es de 4:15, que, sumado a la pérdida que tienen en
carrera, nos daría una marca de 1:29:30 aproximadamente.
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Una de las mejores fotos de siempre en la calle Mayor de Triana |
Vamos recogiendo corredores y
algunos se unen a nosotros. Quedan una tercera parte de los que nos seguían.
Noto el cansancio y la respiración un poco agitada, pero no tiene absolutamente
nada que ver con el sufrimiento y la agonía de llevar un ritmo de competición.
A falta de un kilómetro y medio,
animamos a nuestros acompañantes para que echen el resto y logren una buena
marca. Sin duda realizaron una gran carrera, y seguro que en la próxima media
maratón lograrán rebajar su tiempo.
Encaramos la recta de meta y
comprobamos sorprendidos que el crono marcaba 1:28:30. Menuda decepción. ¡Nos
habíamos adelantado un minuto de nuestro tiempo objetivo!
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Tras entrar en meta saludamos a Ángel Arencibia, que realizaba una estupenda labor como speaker |
Nunca había terminado tan fresco
una media maratón, pero a su vez tenía un fuerte sentimiento de culpa:
seguramente habríamos reventado a algún
corredor por ir más rápido de lo debido. Mis más sinceras disculpas, hicimos lo que pudimos.
Lo malo de ser perfeccionista es que tus fallos duelen el doble y no dejas de fustigarte con ellos. Con un afán un poco masoquista me puse a revisar los vídeos de llegada de la carrera, y me quedé un poco más tranquilo al comprobar que muchos componentes del grupo que se quedaron atrás, entraron finalmente antes de la hora treinta. Poco después me llegó este tweet de Francisco Rodríguez, un chico al que no conozco y al que espero volver a saludar en otra carrera. MUCHAS GRACIAS!!!
Lo malo de ser perfeccionista es que tus fallos duelen el doble y no dejas de fustigarte con ellos. Con un afán un poco masoquista me puse a revisar los vídeos de llegada de la carrera, y me quedé un poco más tranquilo al comprobar que muchos componentes del grupo que se quedaron atrás, entraron finalmente antes de la hora treinta. Poco después me llegó este tweet de Francisco Rodríguez, un chico al que no conozco y al que espero volver a saludar en otra carrera. MUCHAS GRACIAS!!!
A continuación me gustaría dejar
claro que en este blog de running siempre describo mi experiencia personal; a
veces expreso mis opiniones, pero normalmente no hago valoraciones más
profundas porque me requerirían más tiempo del que dispongo, de modo que voy a
intentar explicar, de la forma más objetiva posible, mi experiencia en el final
de carrera más desastroso que he vivido como corredor.
Tras llegar a meta caminamos unos
metros, y al intentar entrar al estadio tropezamos con un gigantesco tapón de
gente. No me lo podía creer. Tras unos minutos comprobamos que aquello avanzaba
con una lentitud exasperante, por lo que optamos por ir directamente al
guardarropa para no enfriarnos. En
más de cincuenta carreras era la primera vez que no tomaba avituallamiento en
meta.
Cuando llegamos al guardarropa
nos topamos con algo inconcebible: la
cola para recoger las mochilas salía del parque y se perdía de vista.
Aquello era el no va más del despropósito. Me da pudor admitirlo, pero al
participar como liebres oficiales entramos por un anexo y recogimos las bolsas
sin guardar turno. Espero que nadie nos guarde rencor.
Desconozco qué provocó aquel
caos, pero muchos aseguraron que tardaron hora y media en recoger sus cosas.
Aquí tenéis un vídeo realizado por Claudio Matos (Delirio x el DEPORTE) donde
plasma en imágenes lo acontecido:
Gracias a Dios que hizo una noche
cálida y no llovió, pero aún así estoy convencido que se produjeron muchos
enfriamientos. Si llego a competir por marca en la media maratón y hubiera
tenido que hacer cola, habría enfermado con un 100% de certeza. Esto no puede suceder en una carrera con
miles de participantes.
El próximo año volveré a
participar en la LPA Night
Run, porque a mi parecer todavía conserva el crédito ganado en ediciones
anteriores. Me consta que se trabaja duro para que este evento siga creciendo,
hay muchos alicientes que la distinguen de otras carreras con mucho más
presupuesto, pero este año -tal vez por el cambio de fechas y la nueva
ubicación- faltó infraestructura en el final de carrera.
Desde luego jamás me apuntaría a
una carrera, ni aunque se tratara del Maratón de New York, que me obligara a
esperar hora y media para recoger mis cosas. Pero el próximo año le daré un
nuevo voto de confianza y volveré a participar en la
LPA Night Run, y eso ya es mucho decir
después de lo sucedido.