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domingo, 30 de noviembre de 2014

V MARATÓN CABBERTY MÁLAGA. Fraguando mi primera Maratón.


L
A MARATÓN.
 Me refiero a ella en femenino a propósito, pues siempre he considerado que el sexo débil posee un espíritu indómito y un umbral del sufrimiento mayor que la fuerza bruta del género masculino. La Maratón -también la pongo con mayúscula porque es un nombre propio con todo el derecho de Filípides- es uno de esos sueños que siempre he guardado en el cajón de mis ilusiones inalcanzables.
Desde pequeño completar una Maratón representaba para mí una gesta realizada por auténticos héroes de escudo, espada y casco con penacho rojo. A los diez años comencé a practicar deportes en equipo, y, aunque me ha gustado correr, nunca me creí capaz de afrontar semejante hazaña. Los 42,195 kilómetros eran en mi cabeza una odisea titánica e inabordable. Eran la distancia entre la Tierra y la Luna. El trayecto entre el Cielo y el Infierno. Y, seamos sinceros, yo no había llegado de las estrellas ni nunca me picó una araña radiactiva.
No obstante, ya alcanzada mi madurez adulta, comencé a correr y a entrenar con toda la ilusión y perseverancia que me permitía mi ritmo de vida. Ahora se cumplen tres años desde que me sedujo el running popular y el 07/12/2014 intentaré alcanzar mi sueño de traspasar la línea de meta de mi primera Maratón. Un sueño que llevo dentro desde hace veinticinco años y que podría hacerse realidad -en el mejor de los casos- en menos de ciento ochenta minutos.




L
Elegí V Maratón Cabberty Málaga por muchos motivos. Se trata de mi ciudad de origen, donde he residido durante tres cuartas partes de mi vida. El viaje me permite reencontrarme unos días con mi familia y amigos, además de volver a disfrutar de mis rincones favoritos de la metrópoli.
También es muy reseñable el esfuerzo de los organizadores e instituciones públicas colaboradoras por crecer año tras año. No es fácil organizar una Maratón a una vuelta por todos los lugares emblemáticos de la ciudad y prácticamente paralizar el tráfico durante horas.
El recorrido de la Maratón, en mi opinión, es fantástico. Es rápido y prácticamente llano. Y lo mejor es que pasa muy cerca del barrio donde me crié: pasado el kilómetro 35 espero emocionarme al encontrarme el Polideportivo de Ciudad Jardín y recibir los ánimos de mis padres. Seguro que el subidón de adrenalina será importante.



La Maratón Cabberty Málaga está incluida en el calendario de la AIMS (Association of International Marathons and Distance Races), lo cual significa -entre otras cosas- que la marca conseguida el 07/12/2014 es válida para cumplir la mínima exigida en la Maratón de Boston 2016.
Por último destacar el buen trato al corredor que se desprende de muchas crónicas de maratonianos/blogueros que han participado en ediciones anteriores.




R
ECONOCIMIENTO MÉDICO.
Todos los años paso una revisión médica completa -incluyendo análisis de sangre y orina- en mi puesto de trabajo. Pero cuando decidí prepararme la Maratón fui consciente que debía realizarme una revisión médica más específica del sistema cardiovascular. Este aspecto es absolutamente fundamental e innegociable para cualquier corredor.
   Tras someterme a un electrocardiograma, una ecografía y una prueba de esfuerzo en cinta (ergometría), el resultado fue bastante explícito: “¡Chacho, estás como un toro! Puedes correr todas las maratones que quieras”.
 Me quedé bastante tranquilo en el aspecto del corazón, aunque no sé yo si es muy halagador que te comparen con un animal con semejantes cuernos. LOL.




O
BJETIVOS.
Dependiendo de cómo se desarrolle la carrera y las sensaciones que encuentre con el paso de los kilómetros, mis objetivos podrían ir variando para no perder la motivación y mantener la firmeza psicológica.

PLAN A. Finalizar mi primera Maratón en menos de 3 horas #nosoyuntapado.

PLAN B. Conseguir un crono inferior a las 3 horas y 15 minutos, que es la mínima exigible en mi categoría para participar en la Maratón de Boston 2016.

PLAN C. Traspasar la línea de meta con los brazos en alto y convertirme por fin en maratoniano.



A pesar de mis elucubraciones, tengo muy presente que en cualquier carrera en la que participe, el objetivo principal es DISFRUTAR de este maravilloso deporte.



L
A PREPARACIÓN.
Tras finalizar en junio la temporada 2013-2014 muy tocado de los tendones de Aquiles, pasé el mes de julio realizando musculación en el gym y cuidando las articulaciones.


En agosto comencé la pretemporada junto a Aarón Sánchez con vistas a la V Maratón Cabberty Málaga. El mes transcurrió subiendo cuestas, fortaleciendo las piernas y aumentando el volumen de kilómetros. Los Aquiles seguían doloridos.

En septiembre ya me sumergí en la parte específica de Maratón con mi entrenador de La Bolsa del Corredor-Sport, José Castilla (atleta paralímpico en Atlanta, Sydney, Atenas y Pekín). Sigo renqueante de los Aquiles.

En octubre aumenté la intensidad de las sesiones y tengo mi primer test en los 10K de la LPA Nigth Run. Los Aquiles siguen dando guerra, pero los cuido como si fueran de porcelana china.

En noviembre llega la segunda piedra de toque con los 20K dela 50ª Behobia-San Sebastián. Los entrenamientos alcanzan el pico de exigencia tanto física como mental. La última semana comienza el tapering y el cuerpo lo agradece. Las molestias en los Aquiles casi han desaparecido por completo.


Como conclusión final decir que he realizado el 95% de los entrenamientos programados; y en el 80% de los casos he cumplido con el volumen y los ritmos preestablecidos (en mi “semana de la muerte” alcancé la cifra de 116 Km.). Por fortuna no he sufrido lesión ni enfermedad, ni siquiera un resfriado, por lo que pienso que la preparación para mi debut maratoniano ha sido buena, muy buena, rozando el sobresaliente.







E
L MATERIAL.




L
A ESTRATEGIA DE CARRERA.
A día de hoy (espero actualizar esta entrada unos días antes del pistoletazo de salida) no tengo claro el ritmo con el que voy a afrontar la Maratón. Por ahora considero dos estrategias antagónicas que son el Yin y el Yan del running, el angelito y el diablillo que me susurran al oído la mejor forma de alcanzar la corona de laurel:

  1. La táctica de ECHARLE MÁS HUEVOS QUE EL CABALLO DE ESPARTERO está avalada por mi mister José Castilla, y consiste en salir desde el inicio entre 4:07 y 4:10 minutos por kilómetro.
  2. Disfrazarme de RATA DE ALCANTARILLA y aprovecharme del trabajo de la liebre de las 3 horas, que será ni más ni menos que Abel Antón -¿hay alguien más fiable que un Campeón del Mundo de Maratón?-, y darle un hachazo a falta de un kilómetro para asegurarme la marca.
 Después de pasarme varios días rumiando sobre ello, y teniendo en cuenta la gran preparación, la climatología prevista y los consejos de mi entrenador (también los de otros compañeros con experiencia en los 42,195 Km.), he decidido salir a 4:10 minutos/Km. y tratar de mantener el ritmo hasta el final. Aunque tengo claro que debo escuchar y descifrar las señales de mi cuerpo durante la carrera. Si antes del Km. 30 voy forzado rebajaré la velocidad. Solo estoy dispuesto a sufrir desde el 35 y agonizar desde el 40. Que Filípides me pille confesado.



L
A METEOROLOGÍA.
Por el momento, la AEMT augura unas buenas condiciones de viento y temperatura para la carrera. Habrá que cruzar los dedos para que siga así.

Fuente: www.eltiempo.es



S
USPENSE.
Se me hace raro entrenar tan suave la semana previa a la Maratón. Intento no dejar ningún resquicio a las dudas y confiar en los meses de entrenamiento que llevo en las piernas. Mientras tanto vivo en esa tensa calma de las películas de Hitchcock, donde en cualquier momento pueden asesinar a alguien... Y espero que esta vez a quien acuchillen en la ducha sea al Tío del Mazo.








jueves, 13 de noviembre de 2014

CRÓNICA DE LA 50ª BEHOBIA-SAN SEBASTIÁN, unas Bodas de Oro con 30.000 invitados




T
ras escuchar el pitido de la alfombrilla de control de chips en el Km. 10, tuve la certeza de que este año mi carrera en la Behobia sería un auténtico fracaso. En mis dos participaciones anteriores nunca había llegado tan jodido forzado a este punto después de coronar el Gaintxurizketa. Y todo por salirme un pelín de mi estrategia y forzar demasiado en un vertiginoso descenso más propio del Tour de Francia. Cuando cometes un error en cualquier carrera sueles tener un margen de maniobra para minimizarlo. Tener un fallo de cálculo en la Behobia-San Sebastián es como poner el cuello en una guillotina, y sólo te apercibirte de ello cuando -zas- ha caído la cuchilla.
 


 
E
l viernes 7 de noviembre de 2014 preparé con entusiasmo mi trollery para volar desde Gran Canaria, junto a Aarón Sánchez y Alberto Vega, hacia el aeropuerto de Bilbao y participar en la 50ª Behobia-San Sebastián. No podíamos perdernos las Bodas de Oro de esta mítica e inigualable carrera (se trataba de mi tercera participación consecutiva, y el año pasado ya publiqué la crónica de la 49ª edición en el blog de Aarón). Llevaba la maleta repleta de ilusión por descubrir el nuevo trazado de la carrera (con sus 20 Kms. exactos), formar parte de tan especial aniversario y comprobar mi actual estado de forma tras los 10K de la LPA Night Run. También tratando de coger una buena dosis de confianza para afrontar mi debut en la Maratón Cabberty de Málaga el próximo 07/12/2014.
La primera sorpresa agradable se produjo en el avión, en pleno vuelo hacia la generosa tierra vasca. Tropecé inesperadamente con Manuel Santana Mendoza, primo de mi amiga MJ y buen corredor de fondo, que venía con una expedición de 14 miembros de Gáldar para participar en la Behobia (entre ellos también estaba Gustavo, hermano de mi otra amiga Ruth). Al final nos unimos a ellos para subir a una guagua privada que habían alquilado y que nos llevó directamente a Donosti. Un puntazo.




E
l sábado fuimos a recoger el dorsal en el estadio de Anoeta y la estupenda bolsa del corredor al homónimo velódromo. Allí estuvimos charlando con Joan Terán, miembro fundador de mi actual equipo, el BC Team, que se encontraba apoyando el proyecto “Run in Africa”. Fue él quien nos dio la gran noticia de que José Carlos Hernández, el extraordinario atleta lanzaroteño, iba a participar en la carrera y era uno de los favoritos para la victoria. Por la noche tuvimos que cenar en un Telepizza porque la ciudad estaba colapsada de runners hambrientos de pasta, y no había sitio en ningún restaurante sin haber reservado previamente. Otra lección aprendida.

Feria del corredor en el velódromo de Anoeta. Aarón Sánchez, Joan Terán y José Lobillo



P
or fin el día de la carrera nos levantamos temprano y cogimos el tren destino Irún. Tuve la suerte de charlar un rato con Martí, Francesc y Álex; componentes del BC Team y que más tarde se marcarían un carrerón cada uno.
Un bus lanzadera nos acercó hasta Behobia, junto al río Bidasoa. Tras caminar hacia los camiones-consigna y entregar las mochilas, nos dirigimos hacia la salida, que este año se había adelantado casi un kilómetro. En este momento se puso a llover. Todo el que participa en la Behobia pasa los días anteriores buceando en distintos partes meteorológicos para predecir el futuro, y, en mi caso, ponerle velas al hombre del tiempo para que no anunciase precipitaciones. En esta ocasión se preveía lluvia y viento a niveles aceptables (en la edición 48ª corrimos bajo el diluvio universal y vientos huracanados). Pero el aguacero sólo duró 10 minutos y pudimos disfrutar de un calentamiento placentero.
Destacar que antes de la salida se proyectó un emotivo vídeo con fotografías de Arantza Ezquerro, la joven corredora que falleció el año pasado durante la carrera. Desde aquí también mi sentido homenaje a su memoria. Y un diez al gran atleta Pedro Nimo por llevar un dorsal con su nombre y su número.

A
arón y yo salíamos en la segunda oleada, a las 10:01 horas, junto a otros 1500 participantes con dorsal morado (el primer cajón era el amarillo, que iniciaba la prueba a las 10:00 a.m. con 500 élites y populares de alto nivel). Por detrás esperaban su turno 18 corrales más con 28000 corredores (los últimos saldrían una hora y media después del primer pistoletazo de salida).

Km. 0-5. Cuenta atrás del speaker… Bost, lau, hiru, bi, bat… Y allá que metimos la primera marcha. Desde el inicio me puse a rueda de Aarón, pues habíamos planificado juntos la estrategia y yo no llevaba reloj GPS. La idea era intentar acabar la carrera con una media de 3:55 minutos por kilómetro En los primeros compases nos adelantó hasta el malo de la película que va en muletas. Siempre ocurre lo mismo en todas partes: los que salen demasiado fuerte al principio son carne de cañón para la parte final del recorrido, y mucho más si se trata de la Behobia. Pero lo malo es que molestan tratando de buscar huecos e interrumpiendo tu trayectoria en su alocada progresión.

Fotos del Diario Vasco y Canofotosport
 Ya en los primeros instantes me di cuenta que había metido la pata -nunca mejor dicho- al elegir las zapatillas. Utilicé mis voladoras más radicales, las Saucony Type A6 (apenas 147 grs.), pero como apenas tiene huella y el asfalto estaba empapado, notaba la falta de agarre que me acompañaría en toda la carrera. A veces más vale ser conservador. En el Km. 2 nos dimos cuenta que salimos un poco lentos, a 4:07 más o menos, pero sabíamos que había mucho margen de mejora. Subimos a Irún arropados por los ánimos de la gente, sin aumentar el ritmo para no asfixiarnos, y ya en la bajada nos pusimos más vivos.

Km. 5-10. Pasamos el kilómetro 5 en 19:36, lo cual significaba que ya habíamos alcanzado el ritmo establecido. En el 6 comenzó la subida del Gaintxurizketa. A partir de este momento Aarón (que se atragantó en un avituallamiento y lo pasó mal durante unos segundos) y ya no dejamos de sobrepasar a cientos de competidores. Subimos con una cadencia constante y coronamos la cima muy enteros, entre vítores del público que se agolpaba en los márgenes; para a continuación lanzarnos en el descenso. Las bajadas se me dan fatal y sufro mucho, los cambios de ritmo no son mi fuerte y no los controlo, de modo que al ponerme a rueda de otro corredor, no medí bien y me sacó de punto. Al minuto lo dejé marchar, pero el daño ya estaba hecho. Respiraba con dificultad y tenía principio de flato en el costado derecho.

Comparación de perfiles: arriba la edición 49ª y abajo la 50ª

Km. 10-11. Tras escuchar el pitido de la alfombrilla de control de chips, comprendí que nunca antes había ido tan mal en este punto kilométrico. A duras penas conseguía seguir la estela de Aarón. Iba asfixiado. Y cuando pensaba que la carrera había terminado para mí, recordé que me había sucedido algo parecido durante mi MMP de media maratón, por lo que intenté relajar el diafragma y realizar inspiraciones profundas.

Km.11-16. Entramos en Errentería y la aglomeración de público era increíble. Todo el pueblo estaba
Foto de Canofotosport
animando en las calles con un entusiasmo que ponía la piel de gallina. Esto es lo que hace grande a la Behobia-SS. Ha sido todo un acierto volver a incluirlo en el recorrido. En ese punto noté que iba mejorando sensaciones, pero tampoco estaba para tirar cohetes. No obstante seguíamos dando hachazos a diestro y siniestro, adelantando sin parar a montones de dorsales morados y algún que otro amarillo que salió un minuto antes que nosotros.
Si bajar es una tortura para mí, en las subidas sí consigo disfrutar. La aparición del alto de Capuchinos en el kilómetro 12,5 fue fundamental en mi carrera. La corta subida y los vítores de la multitud que se congregaba estrechando la carretera, consiguió que me recuperase del ahogo. El chute de moral y confianza hizo que aumentara la velocidad en el descenso y darle el relevo a Aarón.

Km.16-20. En un santiamén llegamos a los pies del alto de Miracruz, una cuesta de un kilómetro que se hace interminable. Le digo a Aarón que a partir de ese momento había que darlo todo. Sé por experiencia que los ánimos de la gente que abarrota ambos lados de la calzada te llevan en volandas, así que intento subir fuerte y buscar huecos, pues desde el Km. 6 vamos sobrepasando a todo quisque.  A mitad de cuesta animo a un corredor malagueño del club de Arroyo de la Miel y seguimos disfrutando del apoyo incondicional de los espectadores. Una auténtica gozada el alto de Miracruz aunque eches el hígado por la boca.
Nada más llegar a la cumbre comienza una bajada de un kilómetro antes del llaneo a meta. Ahora que sí que nos lanzamos sin frenos y a tumba abierta. Para lo que quedaba ya no nos importaba morir con las botas puestas y llevar al tío del mazo a cuestas. En el kilómetro 18 Aarón subió un punto la velocidad y yo intenté seguirle apretando los dientes. En ese momento el sufrimiento ya dejaba paso a la agonía y todos mis esfuerzos se concentraban en no desmoronarme a cada zancada y en soltar un quejido lastimero de vez en cuando para aliviar el diafragma. El griterío y los jaleos del público ya se volvían borrosos en mi vista periférica.
Al girar a la izquierda afrontamos el precioso puente de Zurriola, ya apenas quedaba 1000 metros para llegar, y yo ya era un tren del oeste sin carbón en las calderas. Aarón comenzó a despegarse de mí con una facilidad pasmosa y ya sólo me concentré en no bajar el ritmo. El resto de corredores parecía que iban a cámara lenta, que estuvieran corriendo en la Luna, lo cual significaba que estaban tanto o peor que yo..

Puente de Zurriola

Por fin enfilé la recta final y esprinté todo lo que pude antes de explotar de felicidad al cruzar la meta.

Con cara de estar haciéndome la cera en las ingles, pero "volando" a 3:30 por el puente de Zurriola (foto de Canofotosport)
Mi crono final fue de 1:17:38. No me lo podía creer, había superado con creces mis mejores expectativas.
Aquello significaba una media de 3:52 minutos por kilómetros. Aarón había entrado cinco segundos antes y me esperaba para darnos un abrazo. Estaba eufórico por nuestra actuación mientras trataba de recuperar el resuello.
Nos encaminamos por una larga calle donde los voluntarios te quitaban el chip de la zapatilla, te colgaban la medalla al cuello y te ofrecían bolsas con frutas, chocolate, agua, isotónica…
Tras recoger las mochilas del guardarropa situado en la plaza Guipúzcoa, pasamos por otra carpa repleta de comida de todo tipo y conseguimos entrar en menos de ocho minutos en un recinto enorme donde estaban dando masajes. A mí me tocó María Luisa, una encantadora y pizpireta donostiarra que ya llevaba 16 años de voluntaria y que poco después debía entrar a trabajar en un restaurante, y que me regaló una estupenda descarga de gemelos y unos estiramientos que me sentaron genial. ¡Muchas gracias! La labor de los voluntarios en la Behobia tiene un valor incalculable para la carrera.
Tras el masaje y antes de irnos a la ducha, conseguimos enterarnos que el ganador de las Bodas de Oro de la Behobia… ¡¡¡Fue el canario José Carlos Hernandez!!! Nos pusimos a dar botes como si hubiéramos ganado nosotros. Menuda victoria para el corredor lanzaroteño; las islas afortunadas deberían sentirse orgullosas de tremendo campeón y embajador del deporte canario. Ojalá pueda repetir victoria en el Campeonato de España de Maratón que también se disputará en unas semanas en Donosti.

El bólido canario cruzando la meta en el Boulevard (foto de Joan Terán)
C
omo conclusiones finales sólo decir que la 50ª Behobia-San Sebastián ha vuelto a sobrepasar mis mejores expectativas. Es una carrera incomparable. Después de tres años consecutivos participando en ella me tiene absolutamente enamorado. Y encima este año la climatología fue benévola con los corredores. Con buen tiempo se disfruta una barbaridad; con mal tiempo se convierte en algo épico que queda en la posteridad. No sé si volveré el año que viene, pero sí sé que mientras siga corriendo regresaré para disputarla.
En mi opinión y por mi forma de correr, el nuevo recorrido es incluso más duro que el anterior. Las continuas subidas y bajadas me destrozan el ritmo. En el circuito antiguo, desde el Km. 12 al 16 ponía la velocidad crucero y aguantaba hasta el final. Ahora el alto de Capuchinos, Pasaia y Herrera me rompieron los esquemas en cuanto a rodar en llano. Supongo que muchos otros pensarán lo contrario porque tienen características opuestas a las mías.
Tengo que aprender de mis errores en esta carrera: la elección de las zapatillas y los cambios de ritmo. Nunca sabré si hubiera mejorado la marca sin estos deslices, pero eso no quita mi satisfacción por el resultado final.

En el puente de Zurriola y al fondo el Kursaal (foto de Aarón Sánchez)
Selfie con el gran Shinichi Sasaki

Hay muchas carreras por todos los rincones del mundo… Pero ninguna es la Behobia-San Sebastián.



domingo, 2 de noviembre de 2014

CRÓNICA DE LA II LPA NIGHT RUN 2014



  A
las 20:00 horas del 25 de octubre de 2014 se produjo una auténtica bacanal del running con la celebración de la II LPA Night Run. Se trataba de mi 38ª carrera con dorsal, y tengo que admitir que me ha dejado una honda huella en la memoria, pues en muy pocas ocasiones se conjugan una sobresaliente organización, un ambiente extraordinario y un gran resultado personal.
Con la Night Run tenía clavada, más que una espinita, un pedazo de estaca de madera para vampiros, porque el año pasado, en pleno pico de forma y listo para asaltar mi MMP en 10K, noté durante el calentamiento (apenas 15 minutos antes de la hora de inicio) un dolor in crescendo en la rodilla derecha. Decidí de inmediato no tomar la salida y me convertí de golpe en un tótem más del animoso público. Este tipo de decisiones no son fáciles, pero hay que tomarlas con sangre fría, pues al día siguiente tenía la rodilla hinchada, y si hubiera llegado a correr podría haberme causado una lesión bastante más seria.

El día antes de la competición realizamos una quedada de runners para recoger el dorsal y la bolsa del corredor. Después de estar más de una hora de pie conversando con unos y con otros, por fin nos arrastramos a una terraza del centro comercial El Muelle, donde pudimos seguir dándole al monotema: que si la Maratón de Munich, que si la de Málaga, que si la de Sevilla o la de Atenas; que si la marca mínima para Boston 2016; que si me duele esto o aquello; que si aquel se está tapando con la batamanta y tiene más cuento -nunca mejor dicho- que Calleja; que si asfalto o montaña… Vamos, que nos echamos unas risas y lo pasamos el doble de genial, pues es muy difícil reunirnos todos si no es por un evento de este tipo.

De izquierda a derecha el lobby bloguero local: Pancho, Lobillo, Aarón, Robaina, Sole, Gonzalo y Antonio

Al día siguiente, después de descansar en la medida de lo posible y de la ingesta de hidratos, nos volvimos a reunir un porrón de conocidos para desearnos justicia (que no suerte) con nuestros objetivos, además de recordar que nunca hay que perder el rumbo de lo verdaderamente importante: el disfrute de poner un pie delante del otro y llegar a meta levantando los brazos.

Aarón, Sole y yo calentamos en solitario durante unos quince minutos. Aarón iba al asalto de la media maratón, y nosotros a por los 10K. Un diez al control de los cajones de salida: en el momento de entrar estaban impidiendo el paso a varios que se querían colar en uno que no les correspondía. Hay cosas que no cambian nunca.
Yo estaba situado en el primer corral de salida, y allí pude saludar a muchos atletas del equipo TRIAC y otros fenómenos que ya tenían la mirada asesina y las piernas calientes. La tensión iba en aumento. El inicio de la prueba se retrasó 7 minutos y el spiker aglutinó un protagonismo que no venía a cuento.
Por fin se dio el pistoletazo -que no escuché- de salida y se produjo la estampida de ñus. El inicio de la prueba fue espectacular:


A unos doscientos metros, inmerso en la vorágine de la oleada, pierdo la señal de mi reloj Garmin. Menudo palo. Ya es la tercera vez que me ocurre algo parecido, y en esta ocasión no me bloqueo mentalmente, lo asimilo con serenidad y me coloqué a la estela de Álvaro Perera y los hermanos Ángel y Juan Baena del equipo CAI Gran Canaria. Los primeros kilómetros por el puerto lo hacemos juntos a buen ritmo y sorteando sin problemas dos giros de 180º.

De izquierda a derecha: José Lobillo, Juan Baena, Álvaro Perera y Ángel Baena (foto de Zaplayeras.com)
Por las calles Luis Morote, Eduardo Benot y Alfredo L. Jones, se oyen los ánimos de bastante gente apiñada en las aceras. Nuestro grupo se rompe: Ángel y Álvaro se marchan veloces mientras zigzagueamos por las arterias de la ciudad. ¡Menudo gustazo correr de noche por esta zona!
Justo antes de desembocar en el paseo de la playa de Las Canteras, aumento la cadencia de zancada y dejo atrás a mi acompañante del CAI. Y aquí empieza lo bueno. Mientras avanzo en solitario recogiendo a algún que otro corredor que va perdiendo fuelle, se me pone la piel de gallina al comprobar la cantidad de público que hay animando a gritos en el paseo de Las Canteras. Impresionante. ¡Por momentos aquello me recuerda la mítica Behobia-San Sebastián! Jamás pensé que vería algo parecido en Las Palmas. Escucho voces animándome por mi nombre y reconozco a algunos amigos y compañeros de trabajo, ¡MUCHAS GRACIAS! Pasé como una exhalación por el puesto de avituallamiento del Km. 5 y resbalo un par de veces sobre el piso mojado. Voy notando la pesadez de la humedad junto a la playa y la falta de agarre de las baldosas del paseo. Pero sigo a tope. En la zona de La Ciccer rebaso a Álvaro, que va medio desfondado y no logra ponerse a mi rueda.


Al entrar en solitario en la larguísima calle Guanarteme (Km. 7), engancho con un grupo de seis o siete integrantes. También los dejo atrás a todos menos al que va en cabeza. Le pregunto por el ritmo que llevamos, y muy amablemente me indica que a 3:36 de media. Aquello es una verdadera primicia, pues mi objetivo era ir a 3:40: “Ya no se me escapa la MMP”, pienso ingenuamente. El subidón de adrenalina hizo que apretara los dientes y subiera un punto de intensidad. Segundos más tarde avanzaba de nuevo en solitario mientras el público, más diseminado en esa parte, aplaudía y jaleaba mi cabalgada.
A lo lejos, a unos 400 metros, divisé la camiseta verde de un participante y no dudé en intentar darle caza en plan kamikaze. Aunque me sabía de memoria el recorrido, no tenía ni idea del punto kilométrico en que me encontraba. Creo que faltaban dos mil metros cuando decidí darlo todo. Llevaba la respiración medio colapsada, la sempiterna expresión de chupar limones en el rostro y la mandíbula apretada con fuerza. De vez en cuando soltaba un jadeo fuerte para aliviar el diafragma y continuar en esfuerzo máximo.

En plena persecución suicida por la calle Guanarteme (foto Aluminios Carphial)
 Metro a metro fui recortando la distancia. Cada vez estaba más cerca. Ya hacía un rato que el sufrimiento se convirtió en agonía, pero sin disminuir la velocidad. Iba al límite, aunque mi objetivo con camiseta verde se encontraba a tiro. Hasta que por fin lo alcancé en Mesa y López, apenas a 500 metros de meta y con numeroso público formando una espectacular algarabía.
Y en la -interminable- recta de meta, cuando ambos estábamos a punto de alcanzar a un corredor, otro salió de la nada y nos esprintó con fuerza. La llegada fue toda una lucha de titanes. Yo te adelanto, tú me adelantas, yo te vuelvo a adelantar…

¡Enhorabuena por la carrera compañero! (foto de Canaryfly)
 Al final llegué el último del grupo, absolutamente imposible exprimirme más por culpa de las fuertes arcadas que me asediaron en los metros finales. Creo que exigí el 110% de mis posibilidades, por lo que no pienso flagelarme por ese detalle competitivo. El resultado fue el puesto 26º y un crono de 36’55’, a sólo 4’’ de mi MMP con el hándicap de estar inmerso en la preparación del Maratón Cabberty de Málaga.
Por todo ello y por el 89% de humedad que sufrimos esa noche, terminé muy satisfecho con el rendimiento y el desarrollo de mi carrera.

Tras disputar la carrera y asearnos un poco, tocaba una merecida pizza y una Coca Light
 
C
omo conclusión quisiera comentar que la LPA Night Run, en mi opinión, se ha convertido en la carrera de asfalto referencia en Canarias en cuanto a afluencia de público y a atletas populares se refiere. Desde el primero al último de los 4000 participantes (al final fueron exactamente unos tres mil y pico) fueron tratados como si de atletas élite se trataran. La carrera, la organización y lo todo lo ofrecido por el precio de la inscripción supera al 90% de las carreras en las que he participado en el archipiélago y en la península. Por supuesto hay aspectos que mejorar, pero esta segunda edición ha demostrado la predisposición de los organizadores a escuchar las críticas constructivas de los runners y mejorar en la medida de lo posible. Confío en que la 3ª edición también se introduzcan las mejoras que todos deseamos.
Si te interesa conocer un análisis más profundo de la LPA Night Run, os dejo el enlace de las siguientes entradas donde se disecciona milimétricamente los pros y los contras de esta carrera: