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domingo, 2 de noviembre de 2014

CRÓNICA DE LA II LPA NIGHT RUN 2014



  A
las 20:00 horas del 25 de octubre de 2014 se produjo una auténtica bacanal del running con la celebración de la II LPA Night Run. Se trataba de mi 38ª carrera con dorsal, y tengo que admitir que me ha dejado una honda huella en la memoria, pues en muy pocas ocasiones se conjugan una sobresaliente organización, un ambiente extraordinario y un gran resultado personal.
Con la Night Run tenía clavada, más que una espinita, un pedazo de estaca de madera para vampiros, porque el año pasado, en pleno pico de forma y listo para asaltar mi MMP en 10K, noté durante el calentamiento (apenas 15 minutos antes de la hora de inicio) un dolor in crescendo en la rodilla derecha. Decidí de inmediato no tomar la salida y me convertí de golpe en un tótem más del animoso público. Este tipo de decisiones no son fáciles, pero hay que tomarlas con sangre fría, pues al día siguiente tenía la rodilla hinchada, y si hubiera llegado a correr podría haberme causado una lesión bastante más seria.

El día antes de la competición realizamos una quedada de runners para recoger el dorsal y la bolsa del corredor. Después de estar más de una hora de pie conversando con unos y con otros, por fin nos arrastramos a una terraza del centro comercial El Muelle, donde pudimos seguir dándole al monotema: que si la Maratón de Munich, que si la de Málaga, que si la de Sevilla o la de Atenas; que si la marca mínima para Boston 2016; que si me duele esto o aquello; que si aquel se está tapando con la batamanta y tiene más cuento -nunca mejor dicho- que Calleja; que si asfalto o montaña… Vamos, que nos echamos unas risas y lo pasamos el doble de genial, pues es muy difícil reunirnos todos si no es por un evento de este tipo.

De izquierda a derecha el lobby bloguero local: Pancho, Lobillo, Aarón, Robaina, Sole, Gonzalo y Antonio

Al día siguiente, después de descansar en la medida de lo posible y de la ingesta de hidratos, nos volvimos a reunir un porrón de conocidos para desearnos justicia (que no suerte) con nuestros objetivos, además de recordar que nunca hay que perder el rumbo de lo verdaderamente importante: el disfrute de poner un pie delante del otro y llegar a meta levantando los brazos.

Aarón, Sole y yo calentamos en solitario durante unos quince minutos. Aarón iba al asalto de la media maratón, y nosotros a por los 10K. Un diez al control de los cajones de salida: en el momento de entrar estaban impidiendo el paso a varios que se querían colar en uno que no les correspondía. Hay cosas que no cambian nunca.
Yo estaba situado en el primer corral de salida, y allí pude saludar a muchos atletas del equipo TRIAC y otros fenómenos que ya tenían la mirada asesina y las piernas calientes. La tensión iba en aumento. El inicio de la prueba se retrasó 7 minutos y el spiker aglutinó un protagonismo que no venía a cuento.
Por fin se dio el pistoletazo -que no escuché- de salida y se produjo la estampida de ñus. El inicio de la prueba fue espectacular:


A unos doscientos metros, inmerso en la vorágine de la oleada, pierdo la señal de mi reloj Garmin. Menudo palo. Ya es la tercera vez que me ocurre algo parecido, y en esta ocasión no me bloqueo mentalmente, lo asimilo con serenidad y me coloqué a la estela de Álvaro Perera y los hermanos Ángel y Juan Baena del equipo CAI Gran Canaria. Los primeros kilómetros por el puerto lo hacemos juntos a buen ritmo y sorteando sin problemas dos giros de 180º.

De izquierda a derecha: José Lobillo, Juan Baena, Álvaro Perera y Ángel Baena (foto de Zaplayeras.com)
Por las calles Luis Morote, Eduardo Benot y Alfredo L. Jones, se oyen los ánimos de bastante gente apiñada en las aceras. Nuestro grupo se rompe: Ángel y Álvaro se marchan veloces mientras zigzagueamos por las arterias de la ciudad. ¡Menudo gustazo correr de noche por esta zona!
Justo antes de desembocar en el paseo de la playa de Las Canteras, aumento la cadencia de zancada y dejo atrás a mi acompañante del CAI. Y aquí empieza lo bueno. Mientras avanzo en solitario recogiendo a algún que otro corredor que va perdiendo fuelle, se me pone la piel de gallina al comprobar la cantidad de público que hay animando a gritos en el paseo de Las Canteras. Impresionante. ¡Por momentos aquello me recuerda la mítica Behobia-San Sebastián! Jamás pensé que vería algo parecido en Las Palmas. Escucho voces animándome por mi nombre y reconozco a algunos amigos y compañeros de trabajo, ¡MUCHAS GRACIAS! Pasé como una exhalación por el puesto de avituallamiento del Km. 5 y resbalo un par de veces sobre el piso mojado. Voy notando la pesadez de la humedad junto a la playa y la falta de agarre de las baldosas del paseo. Pero sigo a tope. En la zona de La Ciccer rebaso a Álvaro, que va medio desfondado y no logra ponerse a mi rueda.


Al entrar en solitario en la larguísima calle Guanarteme (Km. 7), engancho con un grupo de seis o siete integrantes. También los dejo atrás a todos menos al que va en cabeza. Le pregunto por el ritmo que llevamos, y muy amablemente me indica que a 3:36 de media. Aquello es una verdadera primicia, pues mi objetivo era ir a 3:40: “Ya no se me escapa la MMP”, pienso ingenuamente. El subidón de adrenalina hizo que apretara los dientes y subiera un punto de intensidad. Segundos más tarde avanzaba de nuevo en solitario mientras el público, más diseminado en esa parte, aplaudía y jaleaba mi cabalgada.
A lo lejos, a unos 400 metros, divisé la camiseta verde de un participante y no dudé en intentar darle caza en plan kamikaze. Aunque me sabía de memoria el recorrido, no tenía ni idea del punto kilométrico en que me encontraba. Creo que faltaban dos mil metros cuando decidí darlo todo. Llevaba la respiración medio colapsada, la sempiterna expresión de chupar limones en el rostro y la mandíbula apretada con fuerza. De vez en cuando soltaba un jadeo fuerte para aliviar el diafragma y continuar en esfuerzo máximo.

En plena persecución suicida por la calle Guanarteme (foto Aluminios Carphial)
 Metro a metro fui recortando la distancia. Cada vez estaba más cerca. Ya hacía un rato que el sufrimiento se convirtió en agonía, pero sin disminuir la velocidad. Iba al límite, aunque mi objetivo con camiseta verde se encontraba a tiro. Hasta que por fin lo alcancé en Mesa y López, apenas a 500 metros de meta y con numeroso público formando una espectacular algarabía.
Y en la -interminable- recta de meta, cuando ambos estábamos a punto de alcanzar a un corredor, otro salió de la nada y nos esprintó con fuerza. La llegada fue toda una lucha de titanes. Yo te adelanto, tú me adelantas, yo te vuelvo a adelantar…

¡Enhorabuena por la carrera compañero! (foto de Canaryfly)
 Al final llegué el último del grupo, absolutamente imposible exprimirme más por culpa de las fuertes arcadas que me asediaron en los metros finales. Creo que exigí el 110% de mis posibilidades, por lo que no pienso flagelarme por ese detalle competitivo. El resultado fue el puesto 26º y un crono de 36’55’, a sólo 4’’ de mi MMP con el hándicap de estar inmerso en la preparación del Maratón Cabberty de Málaga.
Por todo ello y por el 89% de humedad que sufrimos esa noche, terminé muy satisfecho con el rendimiento y el desarrollo de mi carrera.

Tras disputar la carrera y asearnos un poco, tocaba una merecida pizza y una Coca Light
 
C
omo conclusión quisiera comentar que la LPA Night Run, en mi opinión, se ha convertido en la carrera de asfalto referencia en Canarias en cuanto a afluencia de público y a atletas populares se refiere. Desde el primero al último de los 4000 participantes (al final fueron exactamente unos tres mil y pico) fueron tratados como si de atletas élite se trataran. La carrera, la organización y lo todo lo ofrecido por el precio de la inscripción supera al 90% de las carreras en las que he participado en el archipiélago y en la península. Por supuesto hay aspectos que mejorar, pero esta segunda edición ha demostrado la predisposición de los organizadores a escuchar las críticas constructivas de los runners y mejorar en la medida de lo posible. Confío en que la 3ª edición también se introduzcan las mejoras que todos deseamos.
Si te interesa conocer un análisis más profundo de la LPA Night Run, os dejo el enlace de las siguientes entradas donde se disecciona milimétricamente los pros y los contras de esta carrera:



6 comentarios:

  1. Puf qué emoción... Enhorabuena por ese vigésimo sexto puesto. Todo un logro y una experiencia más para seguir superándote.

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    1. Tengo que reconocer que he disfrutado mucho esta carrera de principio a fin, a pesar de que me quedé solo muy pronto y sufrí como un perrillo jeje. Besos

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  2. Muy bien, buenas sensaciones, estar tan cerca de tu mmp en 10k a poco tiempo del maratón habla muy bien de tu estado de forma. Esta vez si estás asimilándolo todo a la perfección. La crónica del 10k está bien... pero lo que espera todo el mundo es la Behobia 2.0 y tu Maratón Malageña!

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    1. La verdad es que la diferencia de sensaciones respecto a la preparación del año pasado es bastante grande, pero aún así debo seguir teniendo mucho cuidado con las lesiones y seguir testando la musculatura y los ligamentos para no volver a llevarme otro monumental chasco. También hay que reconocer que el Compex ayuda bastante en la recuperación jeje. Uffffff... Qué poquito queda para la Behobia... Será tu primera vez y seguro que no la vas a olvidar!

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  3. Tío, no sabía que tenías blog! me lo apunto.
    Pese a no haber conseguido mmp te salió una buena carrera. Es difícil en esas circunstancias y aunque arriesgastes, tuviste buen resultado. Nos vemos en las carreras!
    saludos

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    1. Hola Fran! Hace muy poco que vio la luz mi criatura jeje. Me ha dicho un pajarito que te estás machacando ahí por el sur y vas a romper el crono muy pronto! Ánimo y a seguir por el buen camino (y a toda velocidad).

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